Un niño de padre desconocido, madre drogadicta, infancia hostil y barrio de extrarradio, es recogido durante una tormenta para ser feliz para siempre como en una foto navideña. Sonrisas, comidas copiosas, insertos religiosos, escuelas preparadas y una familia blanca, comprensiva y republicana con la que compartira dos hermanos perfectos. Es la biografía homónima de Michael Lewis sobre el corpulento entrenador de fútbol americano, Mike Oher y que ha dado este biopic azucarado, ortodoxo, conservador, humanista imberbe, donde en vez de conciencia hay sentimiento pegajoso. Ni en los años 40, Tim McGraw, Quinton Aaron o Kathy Bates hubieran podido vivir esta balsa de aceite y manteca donde preparar sus almas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario