Sumergido
Oliver Parker, en La importancia de llamarse
Franc y
Othelo, se acerca ahora al
Dorian Grey de
Lewin del 45 sin conseguirlo. El eterno adaptador de
Wilde,
todavía no ha aprendido a captar sus aristas y recovecos, ni ha profundizar en sus rugosidades
dialécticas sobre todo cuando la
voluptuosidad del texto no permite explorar la trama para el cine.
Colin Farrel, capaz de todo por mantenerse joven y bello frente al espejo, se arriesgara frente a Ben Barnes, Rebecca Hall, Ben Chaplin y Rachel Hurd-Wood para conseguirlo. Parker lo volverá a intentar.
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