Steve Antin es consciente del error de trasladar el
espíritu de los grandes musicales de
Broadway al
submundo de los
drags. El resultado es inocente, ingenua y
decepcionante porque
podía haber sido un inteligente desaguisado. Una parrilla de canciones encadenadas por secundarios como
Stanley Tucci o
Cam Gigandet. no otorgan la
categoría necesaria una esplendida
Cher y una estereotipada
Christina Aguilera. En definitiva una
acrobática exhibicion de
lencería fina.
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