Pablo Larrain es un director como mínimo complejo. Así se lo reconoció el jurado del pasado Berlin. Nos vienen a decir que la Iglesia que podría ser un club, funciona como una agencia de viajes, que es mucho decir. es un espacio con vistas que no regresan, bien organizado y siempre con poca luz. Es pues un film de denuncia de esta candidato al Oscar (No) de una comunidad de sacerdotes que viven en un poblado olvidado en la costa chilena. Conviven con sus vecinos, sus secretos, su pasado, sus miedos y recuerdos, hasta que aparece uno nuevo: un asesinato a pistola. Alfredo Castro, Roberto Farias y Antonia Zagers, son algunos de los curas y humanos que nos hacen llegar su "terror" que esta compuesto básicamente de miserias y bajos instintos para exorcizarlo. Larrain nos demuestra que no hacen falta vampiros y zombies para sentir el asco del terror sanguíneo, moral y desasogador, en este caso religioso, o mejor dicho, propiciado por las creencias inculcadas por el gran negocio de la religión. Con este terror , hasta Sitges seria otra cosa.
sábado, 10 de octubre de 2015
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