El director sin medida, que molesta, que narra con precision o decide perderse en el mas onirico de los sueños, Albert Serra, es un personaje, muy bien interpretado en si mismo. A el no le importa aburrir. Su cine reconocido en Locarno con el leopado de oro, es solo para el y como mucho para festivales alternativos. Su enorme personalidad le hace convivir, en el paso del siglo XVIII de la sensualidad al oscurantismo de nuestors dias a Casanova y Dracula,siendo este claro, inmortal. Sin dramatismos practica este arte y ensayo surrealista, inclasificable pero de autor y de culto al mismo tiempo. No es importante entender nada si a cambio se consigue captar alguna idea fundamental sobre el placer o el deseo del de ver cine y del del cuerpo y corazon. La opulencia camina hacia un mundo rural envuelto en silencio. Una loteria como la actual donde Casanova, su inteligencia, locuacidad y carisma tiene todos los numeros frente a Dracula y su ejercito de zombies y vampiros. Todo extraido del inacabado libro de Eliseu Huertas, tambien interprete, donde un crepuscular siglo de las luces esta lejos de todo menos de la muerte. Con los diaogos mas trabajados hasta ahorade su obra, Serra, sigue con su mirada pictorica, biorritmo melancolico y un humor sardonico y provocador. Personajes de nuestro imaginario interpretados por Vicenç Altaio, que papelazo, Lluis Serrat, Noelia Rodenas, Clara Visa, Lluis Carbo y Montse Triola pasan con la levedad del ser de la ilustracion al romanticismo. Serra sigue tan polemico como en Honor de Caballeria o El cant dels ocells. Y eso es bueno. O debe serlo.
lunes, 20 de enero de 2014
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