Negociador

Una comedia sin  gags esta de Borja Gobeaga (Pagafantas y No controles), también guionista de Ocho apellidos vascos. Tantas incongruencias, silencios, malentendidos, absurdos, que aunque nos presenta la tragedia de ETA, es divertido el compendio de incomprensiones y oídos sordos. El guión se acerca a este negociador solitario a través el estomago. Cine político que nos tomamos, con desayunos en el hotel, meriendas en el coche, aperitivos esperando al interlocutor  y alguna cena en restaurante francés o txoco vasco. El director vasco prefiere tomar el delicado asunto por este lado que no dramatizandolo inútilmente ya. Se centra en la realidad del 2002 al 2006, en el triste y escueto humano que interpreta magníficamente Ramon Barea, sin amigos, desplazado de la sociedad por razones obvias y ahora aceptado como mediador para dialogar por el gobierno español, para parlamentar, a quien cree que el bar y la television del hotel son gratis y el móvil es un objeto extraterrestre. Los pocos encuentros reseñados son surrealistas, impresión que se añade a la transformación que han sufrido los personajes reales interpretados por Josean Bengoetxea, Carlos Areces y Oscar Ladoire con Melina Matthews.