Ismet Sjarina nos recuerda una historia que dirigentes muy proximos pretenden que olvidemos. A principios de 1990, el gobierno serbio revocó la autonomía de Kosovo, disolvió el Parlamento, cerró la televisión y aplicó duras medidas que reestructuraron la vida institucional y obligaron a los trabajadores a aceptar a Serbia como su país soberano para no perder sus privilegios. Seguro que les recuerda a un articulo parecido que se aplico en el sur de Europa. Un director que defiende hacer mas películas de guerra y menos guerras. Mientras las manifestaciones se suceden, un archivista que debe decidir entre ser un patriota o soportar la vergüenza, la presión y la mala reputación por el bienestar de su familia. Escogerá lo segundo. Tras una buena acogida en el Festival de San Sebastián, el segundo largometraje de Ismet Sijarina (Ama doren), es un drama histórico que escenifica la tensión irrespirable que había en Kosovo durante los instantes previos a la Guerra de los Balcanes, cuenta aquella aciaga época a través de los ojos de una familia albanesa de clase media que, ante la abolición de la autonomía del país por parte del gobierno yugoslavo y la amenaza de despido a todos aquellos trabajadores que se negaran a aceptar su autoridad, debe escoger entre dos opciones injustas: ser considerados traidores por sus semejantes y aislarse socialmente, o poner en peligro el bienestar de sus seres queridos. El realizador vuelca en este film sus propias experiencias personales como hijo de unos padres que tuvieron que tomar esa terrible decisión y muestra cómo fueron aquellos años en los que la población dejó de vivir para empezar a sobrevivir. El televisivo Kushtrim Hoxha (The Americans) lidera un reparto que completan Adriana Matoshi (The Marriage) y Fatmir Spahiu.
sábado, 9 de marzo de 2019
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario