domingo, 13 de noviembre de 2011

Anonymous

Al acercarse al mito de Shakespeare en el cine puede pasar de todo. Un In love oscarizado y tontorron o como ha hecho Ronald Emmerich, presumir que el insigne  autor no escribió sus obras, dejando de lado otras catástrofes. Obtiene de su trayectoria la permisividad que tenia el escritor para narrar traiciones, intrigas, venganzas, secretos y apuestos paladines, con una tesis. Si la obra existe, es igual quien la haya firmado.Para justificarla utiliza coartadas inocentes e infantiles, como que era pobre y no era político, y podría haber utilizado otros tonos parodicos con el mismo fin sin rozar tanto la absurdidad. Un merito del director es hacer encajar en este torpe misil a la historia de la literatura a Rhys Ifans, Rafe Spall, el otro Shakespearre de Oxford, Vanesa Redgrave, Jamie Campbel Bower y Joely Richardson.

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