Cuando una saga en su 4a. parte pierde totalmente su atmósfera, peligro, misterio, historia e interés es que no tenia ninguno. Y eso es lo que olvida Bill Condon aceptando realizar por fin la esperada boda de la franquicia después de destrozar alguna cama, y donde nos enteramos que a los vampiros y demás licántropos, hombres lobo y zombies varios, no les importa casarse en medio de cruces, reliquias y otros símbolos religiosos. Y nosotros que pensábamos en Dracula...especialmente las mamas que acompañan a las jóvenes adolescentes que gozaran y se alborotaran con los devaneos del bueno ya de Robert Pattison, la Bella, Kriste Stewart o el entrometido pasmarote Taylor Lautrier con Sarah Clarke. Frustante cuento en el que la protagonista abandona la virginidad y la mortalidad destruida por su propio feto híbrido y que castiga el sexo dentro incluso del matrimonio. Y queda otra entrega, menos deseada todavía que un cogollo de Tudela por un tigre de Bengala después de una torrencial lluvia.
domingo, 20 de noviembre de 2011
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