sábado, 21 de abril de 2012

Kiseki/Milagro

El cine japones siempre es transparente, nítido y poético.Como la pelicula  de Kore-eda Hirozaku, que reincide como en Nadie sabe o Still walking, en la temática de niños abandonados de alguna manera. Dos protagonistas, Koki y Oshiro Maeda, hermanos en la vida real, viven separados por algunos kilómetros al separarse sus padres y alucinan con el comportamiento de sus mayores. Cine constumbrista y humano con la emoción siempre a flor de piel. Una piel tersa y suave como la del tomate que cuida el pequeño en el huerto y que saborea con fruición. Magia absoluta en este universo de tristeza donde el futuro de los infantes puede ser mas luminoso y esperanzador, incluso feliz.Pretenden volver a vivir juntos si consiguen gozar de la superstición de formular el deseo en el instante justo en que dos trenes balas se cruzan en un lugar. A ello dedican toda su atención y esfuerzo.Ryoga Hayashi y Seinosuke Nagayoshi como el film son directos y sin edulcorados sentimentalismos. 

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