El cine canadiense ha de ser por fuerza frío y distante?.No porque Sebastian PIlote nos lo presenta con calor humano, personajes de verdad y una realidad, eso si amarga globalizada. Gilbert Sicotte solo vive para vender cochazos americanos en su concesionario, para poder ofrecer una mejor m¡vida a su mujer e hija. Melancolía y frialdad en una vida de vendedor de coches que malvive su madurez pero que puede pasar cualquier edad como demuestran Nathalie Cavezall, Jeremie Tessier o el gran Jean François Boudreau con Pierre Leblanc. Inquietante relato de un cineasta sucinto, pero que nos hace aprender con buena letra que la obsesión por el trabajo nos lleva a la desesperacion y posterior alienación. Sin valores, cultura y humanismo, alguien esta consiguiendo sus objetivos. Lastima que llegue poco de este cine a nuestros lares.
domingo, 7 de julio de 2013
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