Anton Corbijn nos ofrece un film de espías que se entiende. Ha tardado tres años después de El americano y Control, que como se sabe tenia muchos agujeros.Recae el peso del film en Phillip Seymour Hoffmann,cuando como en el film fumaba con obsesión y bebía sin pausa ni moderación. Es conocido que los films de espías autenticos no tienen acción sino solo tensión y deducciones de suspense que en este caso se detonan con la llegada de un presunto terrorista islamista a Hamburgo a recuperar una herencia. El sobrio, perfecto, redondo y el sentido excelente de la narración de John Le Carre, hacen el resto. Junto a su obra, hay que citar a William Dafoe y la excelente Robin Wrigth.
domingo, 14 de septiembre de 2014
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