sábado, 27 de septiembre de 2014

Frank

Cómo le gusta al cine hacer biopics de los genios. hay que ser  un maniaco en un sentido u otro Hijo bastardo de todas esas historias sobre gente rara con talento es este Frank, dirigido por Lenny Abrahamson (What Richard Did, 2011) y basado, según su guionista, Jon Ronson (Los hombres que miraban fijamente a las cabras, 2009), en sus propias peripecias como miembro de la Frank Sidebottom Oh Blimey Big Band, de la que formó parte allá por los años 80. A través de los ojos de Jon (encarnado en la película por Domhnall Gleeson), conocemos a los integrantes de Soronprfbs, un grupo musical y que incluyen a Clara (Maggie Gyllenhaal), una hipster violenta que toca el theremin; a Don (Scoot McNairy), mánager y –aparentemente- persona cuerda del equipo; y, por supuesto, a Frank (Michael Fassbender), cantante, genio incomprendido, y líder espiritual de esa banda de freaks e inadaptados, que se pasea por el mundo llevando una gigantesca cabeza de cartón que no se quita jamás. De manera casi accidental, Jon se verá arrastrado por Frank y su troupe hasta Irlanda, para grabar un disco, y posteriormente será él quien les arrastre hasta Estados Unidos, para participar en esa feria que es el South By Southwest Festival.

Tanto el director como la mayoría de los actores no tienen ningún tipo de problema en entrar en una competición para ver quién es el más raro de todos. Durante la primera mitad de la película, decantada hacia la comedia, las rarezas y locuras de los personajes. Pero a partir del momento en que la acción se traslada al South By Southwest, todo se viene abajo, resultando en una colección de momentos esperpénticos, que han dejado de tener gracia. El director recupera el timón de la historia en los últimos diez minutos de película, ayudado por un Michael Fassbender que, esta vez sí a cara descubierta, demuestra una vez más por qué es uno de los mejores intérpretes de su generación.

Frank, de Lenny Abrahamson

Y es que Fassbender es el alma de la película, aunque no sea (exactamente) su protagonista. El actor irlandés consigue una interpretación.. Ya sea ejerciendo de supuesto genio loco, de gurú iluminador (posiblemente una de las escenas más divertidas de la película, el encontronazo del grupo en Irlanda con una familia de turistas alemanes) o de niño roto —literal y metafóricamente—, Fassbender consigue lo que parecía imposible: ser el centro de atención de la película por su trabajo, no por el aparatoso cabezón que lleva puesto. De hecho, resulta fascinante como, una vez superado el shock inicial de la cabeza, nadie parece darle la más mínima importancia al tema, incluyendo al espectador. 

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