Un hombre se ofusca cuando comprende el valor del amor de su esposa justo al perderla, no sin revestirlo de erotismo disfrazado. Pero el que se ofusca tambien es el director que para dar contenido a su historia lo rellena todo con metaforas, sueños oniricos, composiciones de collage y confusos planos de transicion.
Como ya hizo en Iris o Diario de un escandalo, el Eyre mezcla bien la venganza, la traicion y las obsesiones, pero con solo tres fichas, se ven demasiados blancos en el tablero.
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