Copiando la estética de un film postmoderno, se mueve entre el cine negro y el drama existencial, en el que la corrupción actual en Serbia, supera las cotas materialistas y personales del criminal Milosevic.
El problema psicológico y moral del film es llegar a conocer si tiene precio la vida humana, concretamente de un hijo. Nebojsa Glogovac, con Natasha Ninkovic, Anika Dobra y Miki Manojlovic, se enfrentaran a esta aberración, desde la decencia en principio e irán descendiendo a los infiernos de la incredulidad y convertidos por su interprete en un decálogo de buenas intenciones.
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