Realismo místico filmado por Jaime Rosales en granulado blanco y negro. Sacando a los personajes de plano busca insistentemente su interior espiritual como si quisiera filmar su alma con una propuesta nueva de belleza moderna. Todo ello en el set del dolor, campo preferido del director y que sigue a la Soledad, donde reconstruye una familia a partir de una muerte dramática. Un matrimonio, Oriol y Yolanda, residente en París, se encuentra de vacaciones en España, junto a sus dos hijas, cuando sufren un accidente de coche en la zona del Delta del Ebro. Una coproducción franco-española en la que Rosales ha contado con el apoyo y la intervención del pintor mallorquín Miquel Barceló, polémico e innovador en la concepción de su arte, que, sin duda, ha tenido bastante que decir en el estupendo uso de la iluminación(natural, no artificial) en esta propuesta experimental.Gestos de Yolanda Galocha, rostros de Oriol Rosello, vidas de Jaime Terrades o recuerdos de Laura Latorre, toman cuerpo en su paisaje, en un reset lejano de la dura realidad. Después de Tiro en la cabeza y Las horas del día, Rosales abraza el impresionismo. En un guión roto, como un documental, rueda el dia a día de las nuevas vidas como si fuera el primero. La paz y el sosiego se hacen un lugar en la memoria, bálsamo para las heridas de curación imposible.
jueves, 14 de junio de 2012
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