Un ejercicio entre amigos. Con la salvedad de que un teléfono del avión reconstruido vale 2000 euros y un cajón de maletas 20000. Pedro Almodovar ha encontrado su limite. No es los hermanos Zucker. Y no ha sabido que hacer con un guión inocuo. Sin intuición, no se si la tuvo antaño, ni Javier Camara, Carlos Areces, Raul Arevalo, Cecilia Roth, Antonio de la Torre, Hugo Silva, Lola Dueñas salvan la función. Caricaturizados como políticos o actrices famosas, combinan el costumario de la zona de pasajeros con la cabina, el first class y la avería del tren de aterrizaje, coreógrafiados por el trio de asistente de vuelo gais que ofenden mas honran a este colectivo. Almas en pena de una pena de director, en una obra pensada con las nalgas para poder hablar y mucho de penes sin demasiado debate sobre la metafórica de los sentimientos. Nostalgia e los 80 (Banderas y Penelope), perdido el ingenio almodovariano, (lo tuvo?), el film como el avión, cae a plomo. Un film catastrófico en una carrera lo puede hacer cualquiera. Pero la transgresión no se consigue midiendo, pensando, complaciendose en una orientación sexual. Queda toda la impresión de fin de etapa. De que en el plato del universo almodovar se han apagado las luces. Me parece bien.
martes, 12 de marzo de 2013
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