Este documental de Joshua Oppenheimer, hijo del holocausto y norteamericano, tiene un marchamo de locura logica pues lo produce Herzog. Tambien logicamente tiene su parte absurda y otra de escabroso humor negro. Trata en el fondo de un pueblo que quiere superar una dictadura dolorosa. Para ello, roza el genero fantastico como los repetitivos bailes y canciones de folklore alrededor de un gran pescado como escultura simbolo de la libertad recien adquirida. Pero mas de la mitad es un making off, casting incluido.La mayoria de los elegidos son ancianos represaliados pero tambien de los participantes en los multiples asesinatos de la dictadura. Crueldad, corrupcion y sobornos tapan con anonimos a los colaboradores indonesios.Podria haber sido un film de gangsters. Gente que matan y poco saben porque lo hacen. Creen que lo que hicieron estuvo bien y reconstruyen sus delitos con toda normalidad. Pero como cualquier esbirrro cobraban del capo mafioso por el trabajo que era acabar con los comunistas indonesios del 1967 en un genocidio paramilitar. Los actores, los autenticos protagonistas, adornan su narracion con torturas y violaciones. Como explicita Voltaire en la cita inicial del film: El asesinato colectivo y con luz y taquigrafos no debe ser castigado. Tal y como estan de vacios los cerebros guionistas, el documental, y mas el verite, tiene por delante un gran campo abierto en el cine.
miércoles, 4 de septiembre de 2013
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