Un Trueba, esta vez de Jonas. Rodado en un viaje a Portugal, reflexionando sobre Manuel de Oliveira, llegamos a un cine culto, inteligente y bien elaborado, con sentido. Modesto, improvisado, subrogando sentimientos como la escena de los Jardines de Luxemburgo o las canciones de Miren Iza. Una mesa y sobre ella varios idiomas, nos llevan enseguida a Rohmer. Uno en el que tres hombres en una furgoneta buscarían a tres mujeres para resolver entuertos que es mas castizo. El joven Trueba se suma a la tradición familiar seguidora de Truffaut, al que apadrino Alan Tanner con sus 25 años en el 2000 y en consecuencia adaptado y sufridos de toda las crisis habidas.y por haber, consigue una melancolía que parecía imposible en cine en una road movie con tres veinteañeros.
miércoles, 16 de septiembre de 2015
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