Es Penelope Cruz. Todo, desde la secuencia inmensa hasta el dialogo ridículo, desde una interpretación sutil hasta una animosidad de gran fuerza. Productora y centro de todo es la Ma ma del film. Ella suple con su presencia la baja forma de Medem, solo algún momento le recuerda, como la niña siberiana, pero ya sin la poesía de La ardilla roja o La tierra por no hablar del ginecólogo cantante. Es en estos flojos momentos cuando surge la fiera de mi niña que sacando interpretación del pecho, arrasa con todo lo criticable o sin alma y lo leva al camino del estrellato, a la cumbre de los premios internacionales y por que no de los Oscar. Film de triángulo, donde el ginecólogo ha perdido a su mujer, visita a la mujer de otro y se convierte en el director de juegos gray que destapan la represión ancestral sobre el sexo. En la primera parte es un documental sobre las quimios, la perdida del pecho y demás mamografias y exploraciones. Buscando la fibra sensible y no la óptica, Medem nos presenta las desgracias del cancer como la de la soledad del espectador de fútbol y por si faltaba alguna cosa, saca de la chistera a un ojeador de promesas que completa el cuadrilátero de las desgracias. Un ring donde todavía resuenan las campanas de Habitación en Roma o Caótica Ana y que deja entre las cuerdas KO al una vez pletórico y comprometido director de la pelota vasca.La lacrimogenia es tanta que Penelope, Luis Tosar, Asier Etxendia, Teo Planell y Silvia Abascal, necesitarian además un oftalmólogo.
miércoles, 16 de septiembre de 2015
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