Entre el 4 y el 7 de junio de 1942 se libró la batalla de Midway, uno de los acontecimientos más importantes de la Segunda Guerra Mundial, que cambió el curso de la contienda en el Pacífico y anuló los planes del ejército japonés para su expansión por el resto del océano. Además, supuso una inyección de moral para los estadounidenses en forma de revancha tras el bombardeo de Pearl Harbor solo seis meses antes, el 7 de diciembre de 1941. En la victoria tuvo mucho que ver el trabajo de espionaje de la inteligencia aliada, que descifró con acierto los mensajes en clave japoneses en los que se indicaban sus intenciones respecto a la guerra del Pacífico. "Midway" llega con ser una de las películas más espectaculares del año. Sera por el numero de aviones caido, tantos que no caben en los portaviones. Nada que ver con "La batalla de Midway", el filme firmado por Jack Smight en 1976 que hoy ha quedado como una película com problemas pues la empezaron a rodar Kurosawa y Pressburguer,-mas tarde rodaria la Batalla del rio de la Plata .-a pesar de su espectacular reparto, su aire de película combinada con elementos de docudrama y el uso del por entonces revolucionario sistema del Sensurround. Hay que recelar de un director como Ronald Emmerich, experto en destruir el planeta como hizo en "Independence Day", "El día de mañana" o "2012". Su presencia en una película bélica no invita a pensar en otra cosa que un director entregado a fuegos de artificio.
Flaquea cuando Emmerich intenta ahondar en la psicología de los personajes, como si descubriera que no está dotado para ello, simplifica su puesta en escena en los momentos "íntimos". Lo cierto es que "Midway", con la ayuda de un poderoso equipo de CGI, recrea las batallas aéreas y navales con un nervio de lo más encomiable. Y se nota a las claras la mano firme del director, su esfuerzo por planificar con minuciosidad los combates de manera que el espectador sepa en todo momento quién es quién, lo cual no resulta sencillo en las secuencias en las que los personajes están encerrados en las diminutas cápsulas de sus aviones. Película volcada en el heroísmo de sus personajes, y entregada a mostrar a bombarderos que se lanzan en picado, cazas que maniobran entre una lluvia de fuego antiaéreo, portaaviones, acorazados y submarinos que llenan la pantalla.
La obra pretende recuperar los viejos clásicos y se detiene en el papel jugado por quienes no entraron en combate, como Edwin Layton, el personaje que encarna con sobriedad y convicción Patrick Wilson, cabeza visible de las fuerzas de inteligencia que resultaron el motor principal de la victoria estadounidense. Emmerich no retrata a los miembros del ejército japonés como fanatizados sin cerebro, a pesar de que el patrioterismo esté presente en todo el devenir de la película. Los personajes de "Midway", tanto estadounidenses como japoneses, pese a responder a estereotipos, están tratados con respeto. Y se benefician del trabajo de unos actores entregados, sobrios, precisos. No está de más destacar a Ed Skrein, lanzado a componer el típico personaje de piloto alocado y suicida, pero comprometido, y a Luke Evans, a quien le bastan un par de primeros planos para aportar hondura a su galés Wade McClusky, imbuido de un aura de grandeza que nace de la mirada, el porte y los movimientos del actor. Una película de gran presupuesto, pero de resultados más austeros.
Flaquea cuando Emmerich intenta ahondar en la psicología de los personajes, como si descubriera que no está dotado para ello, simplifica su puesta en escena en los momentos "íntimos". Lo cierto es que "Midway", con la ayuda de un poderoso equipo de CGI, recrea las batallas aéreas y navales con un nervio de lo más encomiable. Y se nota a las claras la mano firme del director, su esfuerzo por planificar con minuciosidad los combates de manera que el espectador sepa en todo momento quién es quién, lo cual no resulta sencillo en las secuencias en las que los personajes están encerrados en las diminutas cápsulas de sus aviones. Película volcada en el heroísmo de sus personajes, y entregada a mostrar a bombarderos que se lanzan en picado, cazas que maniobran entre una lluvia de fuego antiaéreo, portaaviones, acorazados y submarinos que llenan la pantalla.
La obra pretende recuperar los viejos clásicos y se detiene en el papel jugado por quienes no entraron en combate, como Edwin Layton, el personaje que encarna con sobriedad y convicción Patrick Wilson, cabeza visible de las fuerzas de inteligencia que resultaron el motor principal de la victoria estadounidense. Emmerich no retrata a los miembros del ejército japonés como fanatizados sin cerebro, a pesar de que el patrioterismo esté presente en todo el devenir de la película. Los personajes de "Midway", tanto estadounidenses como japoneses, pese a responder a estereotipos, están tratados con respeto. Y se benefician del trabajo de unos actores entregados, sobrios, precisos. No está de más destacar a Ed Skrein, lanzado a componer el típico personaje de piloto alocado y suicida, pero comprometido, y a Luke Evans, a quien le bastan un par de primeros planos para aportar hondura a su galés Wade McClusky, imbuido de un aura de grandeza que nace de la mirada, el porte y los movimientos del actor. Una película de gran presupuesto, pero de resultados más austeros.
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