No me voy a unir a la corte que menosprecia esta quizá ultima obra de Hayao Miyazaki (El Viaje de Chihiro), maestro del manga donde los haya y prodigio de expresividad, creatividad y emoción en cada plano. Film lleno de padecimiento, desde el terremoto hasta el final y hasta tal punto que el dolor personal oculta el desastre colectivo. Asume en su obra la culpa de toda una generación. El director japones no culpa a su generación de nada pero si de preservar la memoria colectiva del daño. El color verde predomina en el film haciendo referencia indirecta a un poema de Valery, El cementerio marino. La forma de dibujar magnifica de Miyazaki, hace que sintonicemos sobremanera con el protagonista, Jiro Horikoshi. Y en medio del dolor una historia de amor sangrienta y desesperada. Apoyandose también en la vida de un coetáneo suyo, el conde aeronauta italiano Gianni Caprioni, el relato es un compendio de sueños, imaginaciones y pensamientos que surgen de la inventada relación entre los dos personajes. El rigor frente al hedonismo y el placer. Esta relación alegre contrarresta la tuberculosis, las penurias económicas y la segunda guerra mundial. El ciclo vital de un joven que quería ser aviador y por problemas visuales tuvo que convertirse en diseñador de aparatos voladores haciendo participe a la naturaleza y particularmente a los pajaros. El fue el diseñador del Zero, el caza japones capaz de hundir en picado toda la flota de Pearl Harbour y en cuya pasión convergen la plástica del film y los sentimientos mas profundos y en cuya constelación culpable entrarían los kamikazes y la bomba atómica. Biopic magnifico de animación, anunciado a bombo y platillo como el ultimo, de un maestro que siempre sera reconocible, claro, definido y con el color de la vida, su alegría como señal de identidad.
sábado, 26 de abril de 2014
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