miércoles, 2 de abril de 2014

Upstream color

Shane Carruth esta entre los directores de los que nadie entiende nada desde su opera prima Primer. Ahora cambia la vida de una joven cuando un ladrón le introduce un gusanus vulgaris del huerto en su cuerpo que le anula la personalidad. Al volver a su realidad tendrá que  recomponer su vida. Un poco de asco si que da. El relato para ello no existe. Es como una linea de aparadores de grandes almacenes. Un mundo de sugerencias que recoge un empleado que observa y vende. Una música metal que podría interpretar el gusano tranquilamente y que aglutina este compost de cine.Claro que la interpretación del  gusano nos deja inquietos y a los biólogos fascinados. Clasificada la película como ciencia ficción metafisica, homenajea a Lynch siempre que puede, con claros guiños al cine experimental como demuestra su sonido, su imagen su interpretación y su montaje, nervioso y hermético. Ecología para ser trascendente y todo en la coctelera con el propio Carruth, Amy Seitmetz, Thiago Martins y Juli Erickson y Andrew Sensenig. Un intento de innovación cada diez años, premiado en Sitges y Sundance de este cine independiente que propone este director orquesta. 

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