David Gordon Green (Snow angels) completa en el film un retrato magnifico de un hombre solo, que tanto te hace un juego de llaves como te repara algún utensilio casero, un cerrajero para todo. Con ello consigue salir a cenar los viernes con la joven del banco y poder acordarse continuamente de su eterno amor, mas sueño que realidad (Harmonu Korine). Mangelhorn sera para siempre Al Pacino, gran actor otra vez a sus 78. Con el juego interpretativo de Holly Hunter, el film cobra altos vuelos de calidad cuando comparten, planos, historias, humillaciones, comidas, desprecios y miradas desviadas. Tampoco tienen desperdicio los encuentros con su hijo Chris Messina. Pacino coge el guión y se lo pega a la piel, lo convierte en si mismo, en una parte de su otra vida de gran actor.Gestos, abandono, su vida su gato, sus pausas y sus obligados histrionismos completan el catalogo de una interpretación del viejo hollywood que ya no existe. El juego de las cartas infinitamente devueltas y las abejas, la llave en el estomago, su taller, su camioneta son piezas fundamentales en este drama intimo realizado con gusto y buscando un lugar en la historia de los monólogos en el cine.El espectador es como el mimo del film. Solo puede ayudar y participar con simulaciones, con lenguaje mudo, a la soledad lobezna del protagonista absoluto. La sombra del actor abre la senda de la gloria a este fenómeno del tarimado. Este camino evitara perderlo en una esquina disparando como un policía a punto de jubilar. Para triunfar sale indemne incluso de la casa de masajes de su amigo y antiguo alumno, ahora coach de otro tipo, descerebrado por la droga.
lunes, 17 de agosto de 2015
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