lunes, 25 de febrero de 2019

el libro de las imagenes

Godard a sus 88 años, el cineasta francés se mantiene en activo como uno de los nombres indiscutibles de la historia del cine y al mismo tiempo como uno de sus representantes contemporáneos más heterodoxos. Sus películas actuales se escapan de las convenciones del cine institucionalizado que consiguen moverse por los circuitos tradicionales. Cada estreno de una nueva película del director de 'À bout de souffle', es un roto a la visión comercial de la idea generalizada de qué es el cine. También un desafío para quien la mira incluidos los profesionales. Premiada con una Palma de Oro Especial en Cannes 2018, que el jurado presidido por Cate Blanchett se invento ante la dificultad de encajar una obra de Godard en un palmarés al uso, 'El libro de imágenes' es una continuacion de 'Histoire(s) du cinéma' (1988-98) para expandirlo más allá. Sobre ese ensayo videográfico, que replanteaba la manera tradicional, de entender la historia del cine, ponia en la pantalla una cuestión: hasta qué punto las imágenes fallaron respecto de los horrores del siglo XX en general y el Holocausto en particular. En el no dejan de aparecer algunas de las obsesiones recurrentes en este sentido del director, sobre todo la construcción de una Europa que ha convertido lo que deberían ser las herramientas de garantía de la democracia, las leyes, en nuevas formas de represión. Y por ahí asoma un homenaje a Cataluña.
Aplica su credo de principio, nudo y final, pero no precisamente por este mismo orden. Asi "se apropia" de la imagen de los clasicos para dar fuerza y  conviccion asus ideas. Como por ejemplo el tren en films de Fellini o Buster keaton, para encuadrar la libertad. Frases como "ninguna actividad es arte hasta que acaba su epoca". Son algunas de las frases guion del film dividido en  cinco partes, desbordante de imagenes y palabras. De ellas se desprende que su alegria actual no es la misma que cunado rodo Al final de l a escapada. La nouvelle vague, huerfana de Truffaut  de agarra a Godard para tener continuidad y poder seguir enfrentandose a la hipocresia social, al poder en definitiva.

l mismo tiempo, 'El libro de imágenes' amplía el campo de batalla godardiano. Quizás esta sea su pieza que integra, aunque de manera dispersa, una mayor presencia de mujeres como creadoras, como sujetos y objetos de las imágenes, y como artífices y víctimas de la Historia. El filme recupera diversos fragmentos fílmicos que ponen en evidencia la violencia sobre las mujeres, ya sea a través de momentos a primera vista banales, como aquellos en que los hombres ejercen su presunto 'derecho a importunar' o a partir de asaltos sexuales explícitos. Pero también aparecen citas y referencias a figuras históricas como Rosa Luxemburgo, la artista Artemisia Gentileschi y su 'Judith decapitando a Holofernes', o el personaje de Bécassine, el estereotipo de muchacha bretona popularizado a través de los cómics, que levanta el índice de la mano como para solicitar una palabra que el propio dibujo (su boca apenas está trazada) le niega. La película prácticamente concluye cediéndole la palabra y la imagen a Anne-Marie Miéville, directora y cómplice artística y vital de Godard desde hace años, y a una de sus obras, 'Images en parole,' inspiración directa del título de esta pelícOtro eje claro de la película es el tren, motivo cinematográfico por excelencia y al mismo tiempo elemento indispensable en la construcción de todo un paradigma histórico ligado a ideas como las de progreso, modernidad y civilización, pero también aPero la principal novedad de 'El libro de imágenes' radica en un cambio de paradigma a la hora de abandonar (en parte) la perspectiva eurocéntrica que caracterizaba 'Histoire(s) du cinéma' para reivindicar esa nueva 'región central' que representa el mundo árabe. Una cultura menospreciada e invisibilizada en Occidente, donde en cambio, según Godard, existe una obsesión por el islam. Así, el director lleva a cabo desde su dispositivo habitual una aproximación a la civilización musulmana a través de un compendio de películas filmadas tanto por cineastas propios como por occidentales. Sobre esas imágenes hace resonar la literatura de Albert Cossery, un autor francés nacido en Egipto que abrazaba en sus novelas un sistema de valores intrínsecamente magrebí en oposición al estilo de vida occidental.
Además de los invitar subirse al film a cinematografías árabes, Jean-Luc Godard convoca a su habitual corte a Luis Buñuel, Jean Renoir, Roberto Rossellini, King Vidor, John Ford, Pier Paolo Pasolini, Carl T. Dreyer, Georges Franju, Alfred Hitchcock, Jean-Pierre Melville, Max Ophüls... Trata igual un fotograma de Rosellini que a un 'frame' registrado desde un móvil y subido a internet o a las imágenes grabadas por él mismo de forma expresa para la película, en una visión democrática de la imagen. “Solo en el fragmento es posible encontrar la verdad”, dictaba Bertolt Brecht. La hiperfragmentación es uno de los recursos clave en el proceso de creación de Jean Luc godard. Plantea desde el inicio el concepto de pensar con las manos, una hermosa manera de defender el montaje artesanal como método de análisis crítico de la imagen. Porque antes de los 'memes', los 'gifs' animados y la metatelevisión, Jean-Luc Godard ya comentaba las imágenes a través de otras imágenes.
En su caso, el trabajo con el material de archivo se combina con la actualización, en plena era digital de recursos propios de las vanguardias, como el 'collage', y la apropiación de imágenes ya existentes a partir de repintarlas, recontextualizarlas o añadirles una nueva capa dialéctica a través del uso de la banda de sonido. También acude a la inclusión constante de planos en negro que sobrepasan la mera función de puntuar el metraje para rellenarse semánticamente en un discurso donde se habla del horror y del vacío y, en última instancia, de la inefabilidad. Jean-Luc Godard adopta múltiples estrategias que impiden cualquier lectura unívoca, plena e incluso por momentos inteligible (la falta de algunos subtítulos no es una casualidad), para exasperación de algunos espectadores. "Con 18 tengo bastante"-  dice  propio Godard. "los    mismos que vinieron a mi primer estreno. Pero al mismo tiempo dispara hasta el desbordamiento infinitud de nuevas ideas y traza otros caminos a explorar en nuestra relación vital con las imágenes.

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