Un indígena krahô vive en el norte de Brasil. Un día, en uno de los paseos nocturnos con los que trata de exorcizar las pesadillas frecuentes que tiene desde la muerte de su padre, escucha la voz de su progenitor pidiéndole que organice su banquete funerario para dar fin al luto y de ese modo pueda partir a la aldea de los muertos. Sin embargo, Ihjãc no se siente preparado para despedirse del espíritu de su padre ni para asumir el destino que le impone la tribu como futuro chamán. El portugués João Salaviza y la brasileña Renée Nader Messora cohabitaron nueve meses en el noroeste de Brasil con los indígenas Krahô con la intención de conocer mejor sus modos de vida y de esto modo reflejarlos lo más fielmente posible en El canto de la selva. Y sin embargo, la película no solo persigue esta función representativa, sino que además es también la clásica historia de crecimiento (tanto físico como espiritual) de un adolescente, en este caso de Ihjãc, un joven de quince años que tiene que hacer frente a los retos propios de su edad y a los que los que supone la modernidad. Es por ello que El canto de la vida mezcla técnicas de los largometrajes de ficción con las de los documentales, amalgama que resiste bien y resulta natural. El filme ha cosechado éxitos en los festivales de Lima, Mar del Plata y Cannes, donde ganó el Premio Especial del Jurado. Los actores son practicamente nativos, los principales Henrique Ihjac y RAENE kOTO kRAHOO
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