viernes, 30 de agosto de 2019

una intima conviccion

Si es inocente, Jacques Viguier sufrió una de las grandes injusticias de este siglo, un caso policial y judicial apasionante. Su mujer desapareció sin dejar rastro y él fue acusado de asesinato. Absuelto en el juicio por falta de pruebas, la apelación del fiscal lo lleva a revivir el horror. Justo ahí sitúa el debutante Antoine Raimbault, director y guionista, su punto de partida. Cabe augurarle un gran futuro, porque la película se vive como un suspiro y se antoja difícil conseguir más de los actores. El caso lo abrio la fiscalia de Tolosa
un año despues. En Francia desaparecen cada año 40000 personas  de las cuales, el 25% desaparece para siempre.El film tiene suspense. Y partir de aqui desde el personaje principal Nora, figura inventada que  no existio, se converte en detectiva privada. Tampoco es aventurado definir al cineasta como valiente: con un caso redondo, decide que los protagonistas no son Viguier, ni su abogado (excelente Olivier Gourmet). Tampoco el juez ni el amante de la desaparecida. El peso recae sobre un personaje inventado, una mujer que vive el primer proceso y decide ayudar para evitar el desastre en el segundo. Marina Foïs se deja la piel, entre una detective y una psicologa.


El resultado de esa elección del Raimbault guionista marca la película: le da un interés que quizá ya tenía sin el añadido y a la vez crea un enorme desequilibrio. Una narración trabajada. El espectador no tendrá quejas. La cinta ilumina algunas sutilezas de la Justicia, nos mantiene en guardia contra la opinión pública y recuerda lo frágil que es la reputación (y la vida entera) de una persona.

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