Otra historia sin inventiva. Esta vez de John Hall y Chris Williams (Winnie de Pooh, Bolt). Lo curioso, el protagonista animado y con buenos acabados tecnicos. Este medico robot, de cabecera privada, que se repara a si mismo, camina como un borracho cuando se queda sin pilas y puede entrar por las ventanas achicándose. Colores, exhuberantes, agresivos, visualmente atractivos, diferentes, elegidos para tratar la muerte y el dolor o la venganza. Fuera de los cánones habituales y códigos con la paleta expuesta, tragas con todo. Para conseguir la globalizacion en el mundo de la animación se mezclan hasta el paroxismo las dos culturas cartoons de EEUU y Japón representados por San Francisco y Tokio. Disney y Marvel ya tienen su superheroe proteico, por encima de todos los males y algún bien. La tecnología en la que viven nuestros protagonistas sustituye a la moral, los laboratorios de estudio son las discotecas y la robótica se encarga a partir de ahora de las vibraciones personales. O humanas. No se si es correcto jugar con algunos valores en este convulso mundo. Aunque sea en colores.
domingo, 21 de diciembre de 2014
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