viernes, 5 de febrero de 2016

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"Esto no va sólo sobre las ballenas o el Medio Ambiente, sino sobre cómo estamos en el planeta". La frase, pronunciada por uno de los testimonios de 'Cómo cambiar el mundo', resume muy bien el espíritu de los primeros activistas de Greenpeace que, en Canadá en 1971, y liderados por Bob Hunter, se lanzaron al mar para evitar que Estados Unidos hiciese una prueba nuclear en el archipiélago de Amchitka (Alaska). Eran tiempos de revolución, los movimientos sociales de finales de los 60 seguían muy vigentes y el poder de los medios de comunicación logró que la acción combativa de un grupo de personas sin recursos diese la vuelta al mundo e, incluso, lograse cambiar las cosas. Tras la campaña 'Don't Make a Wave' ("No provoques una ola"), Estados Unidos se vio forzado a anunciar que aquella era la última prueba nuclear que se realizaba en las islas Aleutianas. Amchitka es desde entonces una reserva ornitológica.
El director Jerry Rothwell recoge en este documental, inspirado en las memorias de Bob Hunter, cómo nació Greenpeace y cómo pasó de ser un grupo de amigos a una de las organizaciones internacionales sin ánimo de lucro más importantes del mundo. Por el camino, riñas, enfrentamientos internos, egos exacerbados, dimisiones y expulsiones demuestran, como reza uno de los episodios que "la revolución no debe ser organizada". Rothwell estaba dirigiendo una investigación que me llevó a los archivos de Greenpeace, en Amsterdam, y encontro que había muchísimo material filmado en los años 70. La mayoría de imágenes se habían utilizado en las campañas de entonces, pero llevaban 40 años sin ver la luz, encerradas en sus latas. En los 70, Greenpeace llevaba equipos de rodaje en sus campañas contra la caza de ballenas y focas, todas filmadas en 16 mm. ¿Qué había en esas latas de películas?.
El documental se basa en eso y los libros que Bob Hunter escribió sobre los primeros años de Greenpeace. Bob fue el primer presidente de la organización, uno de sus fundadores y sin duda la persona que definió su dirección y carácter. Fue Hunter quien reconoció el poder de los medios de comunicación en las campañas de Greenpeace, entendía cómo debían utilizarse las imágenes en un momento en que los medios de comunicación de masas estaban emergiendo. Acuñó el término 'bob mind' ('bomba mental') para definir cómo las imágenes se propagan como la pólvora y pueden irrumpir en la mente de las personas y hacerles cambiar su visión del mundo. Importantes sus reflexiones sobre la gestión del poder y la lucha por mantener cohesionado al grupo cuando éste empezó a conocer el éxito. La película no pretende ser una exhaustiva historia sobre Greenpeace, sino contar un pequeño fragmento de esa historia, con la perspectiva de Hunter como eje central. Casi todas las personas contactadas estuvieron encantadas de aparecer en la película. Aquellos años fueron claves en su vida. Todos coincidían era en la importancia de Bob Hunter y en el amor que le profesaban. Bob murió en 2005, por lo que no aparece en el film, pero su voz está en el epicentro del mismo. Greenpeace estuvo siempre muy dispuesta a colaborar con nuestra investigación pese a no tener ningún tipo de control editorial o creativo el documental independiente. Escanemos cerca de 20 horas de imágenes transfiriéndolas en Alta Definición y sincronizándolas con el audio original película a película. A medida que íbamos realizando esta sincronización las imágenes empezaron a cobrar vida y a ofrecernos una mayor profundidad de los personajes que aparecen en ellas y sus interacciones. Había campañas, como la primera contra la caza de ballenas, de las que encontramos mucho material, y otros momentos de la organización de los que no había casi nada. Hicimos también un arduo trabajo de investigación para localizar imágenes de archivo en poder de otros. De hecho, un 30 por ciento de las imágenes que aparecen en el film no proceden de Greenpeace. Al final la película cuenta con apoyo documental de cerca de 20 archivos distintos, desde el Departamento de Energía de Estados Unidos hasta imágenes de algunas cadenas de televisión.

El poder opera cuando las personas trabajan juntas para alcanzar un objetivo. Y creo que eso fue lo que más me atrajo de la historia de Greenpeace en los 70, época en que la organización pasó en pocos años de ser un grupo de amigos a una asociación mundial. Tenía un leve conocimiento de las peleas que se vivieron en Greenpeace en aquella época, y estaba interesado en analizar la interacción entre lo personal y lo político, entre el carácter y el tacticismo. Siempre pensé que el título de la película, que fue una de las primeras cosas que decidí, era más una pregunta que una afirmación, o al menos una afirmación algo irónica. Por descontado, no existe una receta para cambiar el mundo, pero ese título me permitía hablar de la enorme audacia de los primeros miembros de Greenpeace. Las "reglas" que utilizo para diferenciar cada episodio están extraídas de los libros de Bob Hunter. Son citas a veces contradictorias ("Témele al éxito", "Deja que el poder se vaya"...),pero también hablan de las diferentes fases que vivió el grupo en aquellos años. Esta es una película sobre el cambio social y sobre el activismo, pero no una película activista o militante. Explora las dinámicas de los grupos que pretenden provocar un cambio, la tensión entre lo político y lo personal, entre idealismo y compromiso, entre tacticismo y principios, en movimientos y organizaciones como Greenpeace. Cada espectador interpretará estas tensiones a su manera, pero creo que si el documental ofrece alguna respuesta, es que todo lo que necesitamos es una perspectiva plural. Como dice Rex Weyler en la película: "El cambio ocurre cuando cosas distintas se mezclan". Greenpiece tuvo un traspié en sus comienzos cuando Hunter perdió su papel unificador y los que le sucedieron tuvieron una postura más dogmática a la hora de dirigir la organización. Esa es otra de las tensiones en un grupo, la que existe entre libertad y estructura. Creo que no es inevitable que las utopías se conviertan en distopías, y la forma de protegerse de ello es tomar consciencias de estas dinámicas internas, que es algo que la película creo que describe muy bien. En último término, el cambio jamás se logra plenamente. Como dice Rex Weyler en la película, "la lucha a favor del Medio Ambiente es un proyecto para varias generaciones. Es una lección que la naturaleza la está enseñando a la humanidad, y nosotros sólo intentamos ayudarla". Greenpeace nació de una combinación única de circunstancias. Vancouver era un hervidero social a finales de los 60. Los contrarios a la Guerra de Vietnam habían cruzado la frontera, había un movimiento hippie instalado en la Costa de San Francisco y un movimiento pacifista de carácter cuáquero bastante fuerte. También era una ciudad limítrofe con la costa y el desierto, por lo que sus habitantes sabían de barcos y Medio Ambiente. 
Aquellos fueron también años de cambios radicales en los medios de comunicación. El auge de las cadenas internacionales de información propiciaba que las imágenes pudiesen dar la vuelta al mundo en 24 horas. Los primeros miembros de Greenpeace conocían las teorías del canadiense Marshall McLuhan sobre la "aldea global" y Bob Hunter, en particular, era muy consciente del potencial de los medios de comunicación de masas para acelerar la revolución.
Vivimos un periodo de inflexión similar, uno de esos momentos históricos en que todo se pone en cuestión, incluyendo los principios fundamentales de la sociedad. Internet y la globalización han transformado radicalmente nuestro mundo. Estamos ante un nuevo 1968, pero quizás es más oscuro y más desesperanzado que el que soñaron los hippies.

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