jueves, 13 de febrero de 2020

Solo nos queda bailar

Levan Akin, director de cine asentado en Suecia, plantea sin miramientos cuestiones sobre la identidad sexual y cultural. Levan Gelbakhiani es el protagonista, un bailarin que pretende entrar en la compañia nacional de danza de Georgia, su pais natal. Su ambivalencia sexual le ofrece la posibilidad de enamorarse de un  joven miembro de la compañia. A partir de aqui las dificultades para ejercer su amor y desvelar que la danza sirva para liberar el contexto social contrario a la practica del amor en libertad. Limites que imponen credos, tradiciones  y creencias. De esta forma se enfrenta al realismo, a la reivindicaciones, cruda cronica social y riesgo segun la opcion. El protagonista amateur destaca sobre todo el elenco, premiado en festivales, es el guion del film. Obseso por la perfeccion de sus movimientos y fidelidad al tema musical. Confraterniza con su compañera de baile, cuyo porvenir de destruye con la llegada de un nuevo bailarin tambien ambicioso con mucho ritmo encima y que confirma el triangulo. Luchan por el liderazgo de la compañia pero tambien por la belleza de la bailarina. Odio convertido en danza por mediacion del amor, y siempre con el refran de que la base del baile georgiano es lo masculino. El baile es un lenguaje  que habla sin preguntar.. El film va abandonando la danza para incurrir en un exceso de cine erotico que puede llegar a agobiar, precisamente por sus dotes de comunicacion, unica mancha de un film cuya narracion ha salido con fuerza al mundo de la imagen. Pero Akin no consigue cuadrar el circulo.

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