Pero el protagonista es la ciudad. Sin ser un film de episodios, relata diferentes experiencias de un joven israelita, hijo de una familia amenazada por la mafia beduina, de un adolescente de origen palestino que recoge dinero para operar a su madre o de un trabajador palestino enamorado con una bonita judía.
Construcciones precarias incapaces de resistir la agresividad colectiva generadora de grandes tensiones entre ambas etnias. Un estado de animo para reflejar las contradicciones de uno de los conflictos mas antiguos de nuestra capa terrestre. Sobre esta base mal construida es difícil establecer caminos para la paz. Y de ello habla Ajami.
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