Cuando llegas a la mitad del titulo puedes pensar que el film de Roy Andersson es argentino, pero no, es nórdico. Surrealista al limite, permite que el ejercito prusiano invada un pub actual. Diferentes personajes van interpretando historias diversas que van perdiendo a medida que avanza el film, sus toques de humor absurdo, para acabar helandote la sonrisa. La broma surge del hacer cotidiano de dos vendedores de objetos que a su vez pretenden hacer reír. Meditacion sobre la existencia como hace la paloma, pero con mas peso vital y melancolía a veces insoportable. El director se ha posado encima de la cámara desde donde acentúa las contradicciones del hombre y desde su inmovilidad para no ser detectado nos transmite la pena de ver al ser humano perdido en la tundra danesa o sueca. Como en un dogma raro, no existen primeros planos, un suave color sepia la inunda todo y una música redundante machaca al espectador hasta la saciedad, como si la historia absurda con música pesada entrara mejor. Casi 50 ocasiones tienen los protagonistas, Holguer Andersson, Charlotta Larsson ,Nils Westblorn y Lotti Tornros interpretan como toman decisiones hasta 50, como que hacer frente un baño ocupado, o la comida en bandeja de un indigente cuando este acaba de morir. Pallasos tristes, nos dejan los dientes de Dracula en una mascara para hacernos reír. A cambio les damos el león de oro de Venecia mientras el absurdo del cine invade los canales llenos de góndolas marca mad max
jueves, 4 de junio de 2015
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