Perros enfadadisimos y reinvindicadores y humanos repelentes componen esta caricatura del húngaro Kornel Munduczo (Semilla de maldad y Delta) sobre el mal y la injusticia. Era complicado en un mismo film de Disney, ser bestial y al mismo tiempo sensible. Mostrar la inocencia infantil junto a una violencia desmesurada que revienta el guión diabólico, ni apto para adultos. Los perros, ninguno de raza, son el símil de una plaza indignada del 15M. El poder, despiadado, brutal, ejecutor, dominante y represor es el encargado de poner tensión y ritmo a la parte de narración con suspense. Cuestiona el film el liderazgo humano y pone al de los canes como ejemplo. Los perros dudan, como los que tardan en obedecer a los pastores que encierran ovejas, en aceptar según que liderazgo.Hueco que el director se esfuerza en rellenar con pasteles disneydianos, perdiendo fuerza el producto. El líder canino, en una parabola europea, sera sin pedegri, mezcla y callejero, se erigirá en el líder poderoso que no necesitara, a su tropa reivindicativa, aplicarles tecnología digital para ser muchos y temibles. Quiero decir con esto que Beethoven y su camada no tendrían cabida en este film.Cuenta ni mas ni menos la evolucion hacia su condición mas salvaje de Hagen, la mascota de una niña, al su padre abandona. Hagen es pues el protagonista, junto a humanos como Zsofia Psotta, Sandor Zsoter, Szaboles Thurockzy y Lili Monori. Y el film no es el de Sam Fuller.
jueves, 25 de junio de 2015
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