La única que crece en este film bien planificado de Denis Villeneuve es Emily Blunt que llega a sostener un duelo imposible con Benicio del Toro, todo ojeras. El merito de haber llegado a ver esto es por la inconsistencia del guión, la oscuridad de las imagenes de Roger Deakins, donde logras ver algo gracias a algún contraste o contraluz. De alguna forma es el estilo del director. Filmar el surrealismo de la realidad como si fuera un sueño onírico, como ya hizo en Prisioneros o Enemy para que sumergirnos en el conocimiento de las deudas de honor de este tipo de clanes. Todo en una espiral de violencia infinita que llega cansar y dolerte el dedo de tanto apretar el gatillo. Otra presunta vuelta de tuerca al narcotrafico mexicano al que, santa inocencia, una unidad especial debe destruir, eliminar y desarticular. Y para ello una inexperta y cándida agente de la CIA a la que se pasearan unos y otros. Completan el morcado de agencias ,DEA, FBI, etc,... Josh Brolin y otros agentes asesinos sin entrañas,auténticos depredadores del ser humano a punto dejarlo de ser. El director canadiense, después de la primera secuencia del desierto mexicano, tan sugerente de droga, consumo y violencia silenciosa, espaldas mojadas y traficantes, corrupción y la ley del mas bestia, se hubiera ido a sus verdes montañas a admirar lobos y osos.
martes, 17 de noviembre de 2015
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