Todavía me río con Fernando Colomo desde La Vida alegre. Aquí como director y actor ha decidido buscarse a si mismo y para ello acude a la atractiva isla de Menorca. Todo el film tiene su que de espontaneidad y eso lo aligera mucho del notable promedio de edad de los personajes analizados. Mostrándonos sus debilidades inasequibles por otra parte, nos demuestra que el poso de los años no lo ha desperdiciado. Sin ser talento es dibujo,sin ser dirección técnica es golpe de gorra de director,y sin ser Allen nos muestra diferentes lineas de dialogo desde la del cielo a la de los años barbaros cuando se bajaba al moro. 40 años hace de que un joven director emergente sacaba la cabeza del tigre de papel como la escultura que emerge en un pedazo de arena de Menorca. En medio de la nada un director publicitario en decadencia en una mínima comedia, reconstruida por la única juventud del film Olivia Delclan, Nuria Roman, y Miguel Angel Furones interpretando gente "menorca", un comer beber amar sin parar en aguas transparentes y sin respingos por la hipoteca. Lejos de la banda Picaso, Colomo ha llenado otra vez su cine de sol, alegría de la buena y conciencia soft. Cuando vean la película, cojan una persiana (menta con gin y cerveza creo), no pomada y bajen a la playa. Allí encontraran a Joan el octogenario, un pozo de sabiduría que diría mi padre, en el pozo de cine de Fernando. En el hay desde Miss Caribe al cuarteto de La Habana en Alegro ma non troppo, eso que llaman el efecto mariposa.
domingo, 8 de noviembre de 2015
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