El cineasta danés Anders Ostergaard, realizador del documental "Burma vj" (Videoperiodistas de Birmania), que se estrena hoy, busca en su documental "la complicidad del espectador" con los reporteros birmanos que arriesgan su vida para informar sobre su país desde la clandestinidad. Nominado este año al Oscar, muestra con imágenes grabadas con videocámara doméstica la labor de los periodistas que deben trabajar desde la clandestinidad bajo el régimen militar que domina Birmania. Ostergaard considera que su documental es "una fábula contra el miedo" y reúne en él imágenes que han dado la vuelta al mundo con los militares de aquel país tiroteando a periodistas y a monjes budistas que se manifestaban pacíficamente por las calles en la conocida como la "Revolución de Azafrán" por el color de las túnicas de los monjes.
En el documental, Joshua, un reportero de 27 años actualmente en el exilio, relata en primera persona cómo se organizaron los reporteros para grabar y transmitir las imágenes en una muestra pionera de "periodismo ciudadano". Ostergaard ha montado un relato con las imágenes grabadas por los reporteros birmanos y lo ha reconstruido con voces y explicaciones obtenidas por los mismos protagonistas ya fuera del escenario original. Demuestra que, con una "handycam" y las redes sociales, "se puede grabar en la calle y mostrar fuera desde una manifestación hasta la boda de tu hermano y la represión de un régimen dictatorial".
En Birmania está permitido tener una cámara para grabar la boda de tu hermano, pero no las manifestaciones que graban esos reporteros, que "no son víctimas, son gentes que tratan de hacer algo". Con medio siglo de régimen militar en Birmania, y tras la concesión del Premio Nobel de la Paz a Aung San Suu Kyi, se creó en Oslo la radio Democratic Voice of Burna, emisora que después se convirtió en televisión y que retransmitía al mundo las imágenes que le llegaban sobre todo de Rangún.
De esos reporteros ha sacado el cineasta danés el material para un documental que acerca a los espectadores una realidad todavía presente en el país del sudeste asiático con miles de refugiados, tortura, niños soldados y violaciones generales de los derechos humanos. Ésa era la idea general que tenía Ostergaard sobre Birmania hasta que entró en contacto en Bangkok con la docena de reporteros que habían acudido a la capital tailandesa a aprender a manejar la videocámara y tropezó con uno de ellos, Joshua (nombre ficticio), al que ha hecho protagonista de su filme de 84 minutos que se estrena dentro de la iniciativa "El Documental del Mes" de la productora "Paral·lel 40". En Birmania circula clandestinamente en copias piratas realizadas en la televisión que transmite desde Oslo.
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