Una lujosa escenografía enmarca el rígido y bello rostro de la exquisita Martine Carol. Inundada de colorido en cada plano por infinidad de elementos decorativos, nos sitúa en cada instante en el punto exacto de la emoción, en un equilibrio perfecto con el fuego de artificio que nos propone la narración. Ophuls convierte la carpa del circo en un plato y lo utiliza y exprime para meditar sobre el fenómeno filmico. Adora lo bello, ridiculiza los sueños y denuncia la cruel explotacion de Lola por parte de todos, cada uno en su puesto dentro del mundo del espectáculo.
Peter Ustinov, Anton Walbrock y Henri Guisol, asisten a la biografía de la mujer mas escandalosa del siglo XIX. Símbolo claro del paso de tiempo y de como ha evolucionado, solo en las formas, la exaltacion de la belleza femenina. La moneda de cambio es la obsesión de algunos seres por obtener la fama, que al no tener talento, explotan la seducción sexual. Es el precio de la ambición que siempre se cobra victimas. Ophuls quiso dejar filmado que el romanticismo no existe, que todo se pierde con el paso de la vida y que el amor es puro teatro. Hombre, Max...
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