No vamos a detenernos en recomendar la segunda película de Bob Goldthwait porque comience con una felacion canina. Es solamente la propuesta inicial de bestialismo que sirve al autor para contarnos una comedia romántica de interés que aporta aire fresco a un genero bastante sobado.
Amable y poco sentimental, el film rodado en 16 días tiene un atisbo de prisa y una simpleza de serie prime time de canal de pago que tampoco ofende. Y es que Bob, con su estilo denostado, feo y visualmente demasiado tosco, consigue elevar a categoría de filosofía social su planteamiento; que la mentira puede ser socialmente beneficiosa y estrictamente necesaria en algunas ocasiones.
Sinceros y tiernos, los protagonistas Melinda Page Hamilton y Bryce Johnson, perro incluido, somatizan, interiorizan y digieren con suavidad admirable un suceso dificilmente digerible por una pareja consolidada. La cámara traza entre los dos la sutil separación entre la hipocresia, la honradez justificada y un afilado divertimiento. Con el perdón por bandera y un amor a prueba de bombas se acaba comprendiendo que el perro también mienta. Es el mas fiel amigo de los dos.
miércoles, 12 de marzo de 2008
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1 comentario:
Gracias a Dios, por ahora, los perros no mienten, amigo Joan... Aunque sí es cierto que suelen irse con quien les da el mejor hueso :)
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