Naufragos, vengo de un avion que cayo en las montañas

Junto a los grandes magnicidios norteamericanos del siglo pasado, el accidente de los Andes ha sido uno de los hechos que mas me han impresionado en mi vida. Ese trabajo de Gonzalo Arijon es equilibrado a pesar de un cierto efectismo musical en la reconstrucción de ciertos pasajes. Los protagonistas supervivientes se sinceran frente a la cámara que cuida con gran delicadeza los inevitables momentos antropofagicos. Esta revisión de la historia que ya se produjo en Viven!, con la sobriedad de Frank Marshall y que ya deja muy claro que para aquellos muchachos, hoy representados por sus hijos, significo el final de la inocencia. Lo que para muchos era el primer viaje en avión, fue también el primer contacto con la nieve. Tuvieron que dar valor comestible y todavía lo valoran con ansiedad, a las galletas Arden, la pasta de dientes o el vino bebido en un tapón de desodorante, antes de comer carne humana. Un tema y asunto que ya parece no dividir a la sociedad uruguayana. Fotografías propias y de los equipos de rescate cobran una fuerza descomunal en medio de las escenas de evocacion reconstruidas. Existe entre ellas una diferencia imperceptible que se basa en al fuerza de voluntad y la obstinación de algunos por sobrevivir.
Muchas entrevistas de los protagonistas jalonan el documental. Uno de los peores momentos fue saber por radio que los habian dejado de buscar. Los hechos, los aludes, que mataron a unos cuantos mas, el frió y el hambre, se resumen en la visita que hicieron algunos de ellos el verano pasado con sus hijos al lugar del accidente, ocurrido en octubre de1972.
Esta redición de la historia de los 16 jóvenes de un equipo de rugby que sobrevivieron 72 días en la cordillera andina, rescatados después de que dos de ellos se lanzaran montaña abajo en busca de ayuda, tiene un matiz importante. Ha contado con el testimonio vivo de aquellos muchachos, hoy hombres, que todavía se saben pertenecientes a un grupo. Aquello tan difícil al hacerse mayor.