La vampirización de la esfera cotidiana por parte de la experiencia digital suele abordarse desde una cierta bulimia virtual, un reflejo del proceso deshumanizador y alienante provocado por el abusivo consumo tecnológico. En este sentido, el primer largometraje de ficción del peruano Juan Daniel F. Molero se revela contra dicha mirada paternalista, defendiendo la perspectiva contraria: ¿y si la adicción a Internet no anulara el contacto corporal entre los seres humanos, sino que transformara su nexo físico en una experiencia ultrasensorial? El primer film del Peru galardonado con el Hivo Tiger Award del festival de Róterdam, plasma dicha extrasensorialiad físico-virtual a través de los encuentros sexuales entre dos cibernautas y la alucinógena representación –en el mismo plano– de su creciente fanatismo por la praxis digital. El autor del documental Reminiscencias propone un erótico y macabro girl meets boy sin romanticismo. El espíritu viral y extraterrenal de la película está a punto de absorber la propia cinta, arrastrando a sus personajes hacia un inframundo de voluptuosidad sensorial. Esta ficción sobre una emancipada adolescente (Muki Sabogal) y el pequeño Junior (Terom) –un apasionado de las teorías sobre el fin del mundo que ansía revolucionar el porno amateur con la ayuda de su nueva amiga– se disuelve entre GIFs animados y desdobladas imágenes pixeladas que advierten la acechante presencia de un ente virtual cada vez más real. Situada entre el género de la paranoia cibernética y los sexuales coming of age de Larry Clark o Gregg Araki, con Liliana Albornoz y Michel Lovon, es ante todo un novedoso retrato generacional que pone en evidencia tres signos de nuestro tiempo: las conductas violentas de ciertos apólogos de los videojuegos, la asimilación de la piratería, y el ilimitado acceso a la pornografía desde el terror de la concupiscencia. (Carlota Mosegui)
viernes, 10 de julio de 2015
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