Hay las películas realmente míticas y las que han influido en toda una generación de cineastas actuales, del mismo modo que estos directores que triunfaban en los 80, Spielberg,Zemeckis,, no ocultaban su admiración por el cine de ciencia-ficción de los años 50. La época en la que habían crecido y descubierto las maravillas y posibilidades del género fantástico, hacia que el cine siempre nos haga mirar de vuelta atrás, a periodos de 40 años vista, a cuando esos cineastas eran todavía unos niños.
En el Festival de Sitges se ha podido ver Turbo Kid, un homenaje mas de las películas ochenteras. Escrita y dirigida por tres canadienses, Françoise Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell, es un largometraje surgido a raíz del corto “T for Turbo” que realizaron para la recopilación deThe ABCs of Death. Prueba incontestable de esa cinéfila nostálgica y agradecida es que la acción de la película, ambientada en un futuro posapocalíptico, hace que ese futuro sea el de 1997, cinematográficamente, una referencia a 1997: Rescate en Nueva York, de Carpenter-, se tratara de una producción rodada en los 80 y pensando en la década inmediata.
Sus páramos, que nos retrotraen a la saga Mad Max, con el agua, en lugar de combustible, como bien más preciado. Su protagonista (Munro Chambers) es un joven marcado por la trágica muerte de sus padres y que sobrevive en solitario. Su medio de transporte es una BMX, una bicicleta de montaña y sueña con ser un superhéroe, del título.
En su camino se cruzarán una entusiasta amiga llamada Apple (Laurence Leboeuf), de pelo color rosa, que conlleva una sorpresa y que a lo largo del metraje está destinada también a ganarse nuestros corazones; y un cowboy rudo y justiciero (Aaron Jeffery), que nos demuestra que Indiana Jones ya habia nacido. Hay también un villano y un esbirro inquietante. El veterano e icónico Michael Ironsie es quien interpreta al sádico emperador Zeus; y su mano derecha es Skeletron (Edwin Wright).
Hora y media de aventuras, acción, ciencia-ficción y gore sangriento. Ninguno de los personajes o extras fallecen sin antes haber soltado un buen chorro de sangre, con tripas a ala vista, decapitados o descuartizados.Sin embargo, la escenificación de la violencia, aunque gráfica, resulta inofensiva por exagerada y cómica. Se alimenta de esas superproducciones emblemáticas de la época con estética de Power Rangers. O sea absurdo reducida a la nada.
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