Laszlo Nemes ha conseguido para describir todas las atrocidades, algunas insoportables, del guión, un extraño equilibrio entre la maldad y la locura, entre la moral y la formalidad social. Para ello elige aun hombre dispuesto a todo para hacer una acto de gran humanidad en medio del desbarajuste general. Casi logra también hacernos sentir en primera persona el pánico, la miseria, la desesperacion y posterior confusión que experimenta le film. Discípulo de Bela Tarr, no muestra todo lo que puede sino que nos hace imaginar , muchos mas cadáveres, mas silencios, mas soledad mas odio y mas desprecio, en cantidades tales que solo supera el miedo. Aunque sea solo por no poder enterrar bien a un hijo. Fuente inagotable de terribles historias, el holocausto, demuestra una vez mas sus existencia negada, de la mano de este director húngaro, en esta ocasión en Auschwitz de 1944. Sin apartar un ápice d la rota cara de un preso colaboracionista vemos lo que era un campo de extermino nazi, una fabrica de asesinatos. La nerviosa cámara sigue todo momento a este Saul Auslander, incinerador de compatriotas, reducido a su pequeño habitáculo en medio de la barbarie. Un odio regalado hasta que cree que debe quemar un cuerpo que puede ser su hijo de dicandole mucho mas tiempo que en su infancia. Hornos crematorios donde se recuerdan otros grandes filmes en una sinfonía de llamas. Un estudio casi matemático del dolor y sufrimiento de 6 millones de seres humano. La Soah (xoa)cuenta silenciosamente este ejemplo del mas horror mas despreciable, con cierto humor y referencias a grandes films sobre el tema. Geza Rohrig, magnifico actor debutante en un complejo papel, Levente Molnar. Urs Rechn, Sandor Zsoter o Todd Charmontter matizan hasta cierto punto su nterpretacion con poesía. Quizá por ello cuatripremiada en Canes, ahora nominada alOscar como mejor film de habla no inglesa.
domingo, 17 de enero de 2016
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