Paolo Sorrentino quiere ser Fellini. Y ciertamente tiene muchas cosas que contar. Pero como en La gran belleza o Un lugar para quedarse, la ambicion le lleva a la banalidad y sin sabiduria no se puede llegar a la excelencia. El mismo observa estas dificultades que se crea, esta busqueda de si mismo que le quema y que le puede fagocitar y por tanto desparecer del primer plano del cine a velocidad de fisica quantica. Retorica para la vejez, para el amor para la locura, para la creatividad e incluso para su pasado pesado. Mchael Caine (82) y Harvey Keitel (76) son sus ojos, cuatro mejor que dos, y ambos conocedores del tema, sobre el modelo de belleza sorrentina que encarna ( de carne)Madalina Diana Ghenea, mis Universo y propietaria absoluta de su belleza seductora. Seguimos en un balneario de lujo , repleto de artistas, todos buscandose tambien a si mismos y alrededor de un compositor, un actor que persigue el papel de su vida (Paukl Dano) y la hija del compositor que se pierde en un fondo de discusiones inutiles, Rachel Weisz. Y por citar, Maradona y la masajista. Roma es eterna y lo eterno es siempre joven.Se trata de repartir la crisis entre los personajes tambien en crisis. Pero sucede a veces que en vez de disminuir las porciones repartidas, vuelven a uno en un efecto boomerang logrando el efecto buscado pero al reves. Eh, Sorrentino,?
domingo, 24 de enero de 2016
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