Si las relaciones sentimentales son normalmente complejas, en cine y con una peluquera parece que todavia mas. Serán los perfumes, el calor de los de los secadores o la emotividad de Lucas Belvaux, pero entre el disimulo efectista de Loic Corbery y las referencias filosóficas del guión, ocultan todo pequeño síntoma de amor. Junto a Emile Duquenne,( incomparable Rossetta), la pareja muestra un equilibrio interpretativo que expresa bien lo de tantas parejas, si pero ahora no. Intensidad al momento pero incierto futuro. En el amor como en todos hay por desgracia clases. Un joven urbanita, una modalidad de pijo, se encandila de una joven de posición mas sencilla. Aquí el director belga quiere aplicar el mismo sistema de dar la vuelta al calcetín como hizo con los thrillers, Escapando, Después de la vida o Una pareja perfecta y las relaciones complicadas y entre clases sociales, llevan mal la comicidad. Los mas leídos sobre Kant podrán deducir que la pasión puede unir las cosas mas dispares y así lo explica nuestro protagonista en sus clases de filosofía del instituto. El azar hará que al ser trasladado de su adorado París a Arras, donde ella ejerce de madre soltera, descubran otra de sus pasiones momentáneas durante un año. Una de ellas es cantar en las fiestas particulares con sus amigas Sandra Nkake, Anne Corsens o Charlotte Talpaert. La otra es leer novela rosa como debe ser la original de Phillippe Vilain, que da origen a este filme con dos Cesar's, a la actriz y al mejor guión adaptado.
jueves, 14 de enero de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario