Ermanno Olmi, siempre me ha cautivado con su cine denso e intimista como El árbol de los zuecos, El empleo , Génesis la Biblia o La leyenda del santo bebedor. En Centochiodi, instala a su protagonista, esta vez no es Rutger Hauer, sino Raz Degan, en el incierto camino entre la mística y el edén donde se desarrolla la metamorfosis del ser. Es exactamente donde Olmi quiere situar la digamos acción del film. Desde que abre con una secuencia mas que inquietante, en la que un vigilante de la biblioteca de la universidad de Bolonia descubre gran cantidad de libros religiosos o sagrados, clavados en el suelo, Olmi divaga en la cuerda floja de la reflexion y el misticismo. Este acto vandálico hace replantear a un profesor del centro, su futuro como maestro. Tanto es así que decide instalarse en una casa semiderruida a las orillas del río Po iniciando una lucha junto a los habitantes del lugar para evitar una expropiacion masiva.
Agradezco a Olmi que haya olvidado el discurso de El oficio delas armas y juegue sus piezas con parábolas como esta sobre la libertad individual. Ponen también su registro magnifico a este empeño Andrea Lafendri, Luna Bendandi. Amina Syed y Carlo Faroni.
domingo, 14 de septiembre de 2008
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