Comenzada la temporada de turismo se recomienda en títulos de películas populares como la que no nos ocupa destinos como Grecia o Tokyo. Aron Lehmann nos desconcierta otra vez como hizo con su anterior e único film, asaltando el status griego y germánico con toda clase de estereotipos tipo apellidos catalanes, pero defendiendo a pesar de ello la amistad y confraternizacion entre los pueblos. Gags gruesos, conceptos manidos dos y contrastes culturales cogidos por las hojas, no dicen que podremos ser bienvenidos a cualquier parte, especialmente si no somos Merkel o Tsipras. Christoph Maria Herbst, Adam Bousdoukos y Panagos Loakeim ,a pie o en burro, como el guión, tiran del carro el film que para ello son profesionales. La isla griega de Padaliki , en realidad Santoriini, se encuentra en un punto crítico de su economía por culpa de la crisis. Para construir un hospital y una planta energética, la población pide un préstamo a un banco alemán. La entidad financiera, que no se fía de los griegos, envía a Jorg, un empleado, para que controle cómo se utiliza el dinero. Cuando llega a Padaliki y descubre que no hay nada construido, este banquero aprenderá que no todo es lo que parece y que los griegos no son tan terribles como se imaginaba. El realizador y guionista Aron Lehmann (Kohlhaas oder die Verhältnismäßigkeit der Mittel), aprovecha el panorama actual y los constantes enfrentamientos dialécticos entre la prensa de Grecia y Alemania para, de una manera amena y desenfadada, tratar el tema de la desconfianza. Para ello, se sirve de tópicos y prejuicios que, personificados en las idas y venidas de la relación de sus dos protagonistas, son tratados con humor e ironía. Para el papel protagonista, el actor alemán Christoph Maria Herbst (Ha vuelto) se pone en la piel de Jörg, el desconfiado banquero alemán que viajará hasta Grecia para vigilar sus inversiones.
sábado, 23 de abril de 2016
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