Eva tenia alma y por eso gano en Sitges. Toro no. Kike Maillo sabe perfectamente como aprovechar la estetica bellisima del noble animal, pero posiblemente por encargo, ha olvidado que sus manadas están en declive, su figura ya no vende ni coñac y su sombra en las praderas solamente da cobijo a obreros sedientos. Los grandes directores que se acercaron a la bestia lo hicieron con la leyenda viva, sangrienta y glosada por aventureros escritores que practicamente describian el guion visual de impacto y epica. El alma pero se la ponen los actores. Este Jose Sacristan, magnifico en su papel mafioso-religioso que cuenta con cinismo como se enriquece el mundillo de los toros. El otro vértice toril es Luis Tosar que tanto nos convence de que es un hermano mayor atracador mediocre como de que no todas las cervezas son iguales. Y cierra el redil, el Toro, apodo de Mario Casas, que además de las corridas de sus congéneres, debe enfrentarse y cerrar su pasado. Sale del corral prisión dos meses antes de cumplir los cinco años y no hay burladero que lo separe del mundo hostil, clasista y maldito, que lo encerró. Cansa y hace sudar, tanta acción de cara al verano. Vuelve el cine a promocionar la costa del sol, lugar propicio sin quererlo, para la corrupción mas fresca, las inmobiliarias mas inmorales, y la continuidad del postfranquismo económico, ya despojado de toda ideología visible. Un film rabiosamente aspero, lujoso de revista, sucia, casposa y decididamente hortera. En cien minutos. Maillo, el premiado autor catalán, no permite que se le "cove" el arroz, ni que aparezca Bisbal, ni que desconecten de las 48 horas de tiempo real, Claudia Vega ni Ingrid Garcia Jonsonn tampoco.
sábado, 23 de abril de 2016
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