La cinta que el joven director austriaco Jakob Brossmann acaba de presentar en la Semana de la Crítica del festival de Locarno desvela la cara oculta de una isla a menudo olvidada
Lampedusa in Winter: “Dedicated to Europe”
El joven director austriaco austriaco Jakob Brossmann ha presentado el estreno mundial en la sección Semana de la Crítica del festival de cine de Locarno su primer largometraje: el afilado Lampedusa in Winter.
Estamos en Lampedusa, una pequeña isla perdida en el Mediterráneo, a medio camino entre la “rica” Europa y las costas africanas. Es invierno, los turistas ya no están y la vida de los pocos autóctonos (unos seis mil) ha vuelto a su caudal lento, pautado por la pesca, las pequeñas diversiones y las (demasiado) grandes preocupaciones por la inmigración ilegal en forma de incesante llegada a la isla de las llamadas en Italia “carrette del mare” o carretas del mar. No es casualidad que Jakob Brossmann haya optado por rodar su película justamente en esta estación. Lo que le interesa, en efecto, no es la Lampedusa que grita por boca de los medios de comunicación, la Lampedusa “artificial”, conmocionada en el foco mediático, bajo el sol abrasador del verano, con los turistas frenéticos de aquí para allá, viciada. Jakob Brossmann quiere regalarse (y regalarnos) el tiempo de observar la pequeña isla siciliana sin distracciones, impregnándose de esa desolación que convierte a Lampedusa en lo que es: una tierra del medio a menudo abandonada a su destino, en permanente lucha por la supervivencia.
Los medios de comunicación no se interesan con frecuencia por la pequeña isla italiana para hablar de sus (grandes) problemas internos, empezando por la batalla de los pescadores para poder transportar sus capturas en condiciones dignas. Esta dimensión local, la presión emotiva que los habitantes de la isla sufren constantemente, es lo que Jakob Brossmann quiere investigar para arrojar luz. Zarandeada entre quien ve en ella un incómodo puerto para atracar y quien, por el contrario, la vende como la tierra prometida, Lampedusa se las ve y se las desea para sobrevivir. Lampedusa in Winter ve la vida pasar en la pequeña isla siciliana sin formular en ningún momento preguntas, esas que vuelven incesantemente y que esconden la microrrealidad de los habitantes afanados en vivir mientras su mar se convierte, poco a poco, en una enorme tumba flotante. Esta realidad, la vida que transcurre entre revueltas pacíficas, la de los pescadores para obtener su dignidad, los partidos de fútbol, las retransmisiones de radio, la indignación, la consternación y el tesón para con quien les echa sobre los hombros el peso de una inmigración inhumana… todo eso es sobre lo que Lampedusa in Winter arroja luz. La cinta se transforma en un testimonio raro y sincero de una realidad reservada: la de quienes viven en carne propia no sólo la incompetencia de su país sino de toda Europa. Lo que ocurre fuera de campo, lejos del caos mediático, es sorprendentemente distinto de lo que quizá podría uno imaginar. La impotencia de quienes deben, muy a su pesar, hacerse cargo de un dolor que ya viene de lejos supera cualquier frontera, mezclándose implacablemente con una vida cotidiana tan dura como banal. Lejos del racismo y de la violencia está la resignación abriéndose camino. La mirada del joven director austriaco, extremadamente cercano pero nunca invasivo, devuelve dignidad a una realidad demasiado frecuentemente relegada a un segundo plano que, sin embargo, revela sobre la inmigración mucho más de lo que nos gritan en la oreja, día tras día, los medios de comunicación. Cada uno trata de sobrevivir como puede entre el dolor y la esperanza. Un film sincero e indispensable.
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