Un fin de semana inolvidable el que los aficionados al género negro vivimos en Bossòst, donde la belleza de la naturaleza agreste, la historia del Valle de Arán y las leyendas medievales se aliaron con la literatura, el cine y el jazz en un coctel explosivo que hizo las delicias de todos los asistentes al Black Mountain Bossòst. Este ha sido el Primer Festival de gènere negre a la Val d’Aran, organizado por el Ayuntamiento de Bossòst, la Asociación Lee o muere y la editorial Ediciones del Serbal, y patrocinado por Cavas MontMarçal.
Todo empezó el soleado sábado 29 de abril frente a la iglesia románica de Santa Maria de Bossòst, una muy bien conservada construcción religiosa del siglo XII que forma parte de la Ruta Románica aranesa. Amador Marqués, alcalde de Bossòst, y José Luis Muñoz, escritor residente en el valle y comisario del festival, dieron la bienvenida a autores, editores, periodistas, blogueros y lectores. Un año después de la presentación de Cazadores en la nieve, novela negra de Muñoz ambientada en el Valle, este territorio fronterizo acoge su primer festival de género negro en un entorno paisajístico extraordinario.
Es muy cierto que por las mejores cosas de la vida no hay que pagar y, así, con el único afán de disfrutar, los incondicionales del género asistimos a un primer debate en la Sala de plens del Ayuntamiento. Se habló de las estrategias personales a la hora de Cuinar una novel·la negra y participaron Alicia Giménez Bartlett, Fernando Martínez Laínez, José Luis Muñoz, Pablo de Aguilar y Paco Gómez Escribano. Moderados por el periodista y escritor Xavier Borrell, nos desvelaron algunos de sus “secretos” al escribir novela negra. Giménez Bartlett explicó que al tener un personaje fijo, la inspectora de policía Petra Delicado, y una serie, “es más fácil escribir novela negra, porque ya tienes hecho el estudio de los personajes centrales y cuentas con la complicidad de los lectores”. Al contrario de Muñoz, que no puede hacer series “porque suelo matar al protagonista. En ocasiones hago precuelas porque no puedo hacer secuelas”. Por su parte, Martínez Laínez opinó que las piezas fundamentales de una novela negra son: “un crimen, un criminal, una víctima y un investigador”, mientras que Gómez Escribano caracteriza muy bien a sus personajes. “Un yonqui –declaró- tiene que hablar como un yonqui y un madero como un madero si no quieres perder credibilidad”. Pfitzner destacó la importancia del reloj en sus novelas, visto como el paso del tiempo irrecuperable y resaltó que “gracias al género negro podemos hablar de todo aquello que de otra forma no se podría publicar”, aunque Aguilar opinó que “se puede escribir buena novela negra sin mucho compromiso social, como sería el caso de una novela negra histórica”.
Tras este animado debate, el vecino pueblo de Les tomó el testigo y allá nos trasladamos para asistir a la proyección de El arma, un corto espeluznante y muy negro, presentado por su director Jerónimo García Tomás. Le siguió Perdición, película dirigida en 1944 por Billy Wilder con guion del mismo director y de Raymond Chandler. Esta espléndida muestra del cine negro norteamericano refleja de forma magistral el mito de la femme fatale seductora y manipuladora, que utiliza sus malas artes para trastornar al hombre honrado y arrastrarlo hacia el abismo.
Sin embargo, los festivales de género negro no se alimentan solo de femmes fatales y crímenes a cual más espantoso, sino también de estimulantes excursiones por la montaña en un entorno natural de gran belleza como es el Valle de Arán. El domingo 30, pues, tocó madrugar y buena parte de los asistentes al festival calzamos nuestras botas de montaña y acompañados por la guía de montaña Sara Díaz, emprendimos una caminata inolvidable por las montañas que rodean el bonito pueblo de Arró, uno de los más pequeños del Valle. Todo fue perfecto y no hubo que lamentar ningún percance, ni encuentro no deseado –léase oso o lluvia- que empañara la perfección del paseo matutino.
La lluvia persistente sí hizo su aparición por la tarde cuando ya todos estábamos a cubierto en el Saló de plens. Las actividades literarias empezaron con un animado debate alrededor del relato corto y el microrelato. “Los libros de relatos no gustan mucho –apuntó Xavier Borrell– aunque hay gente que escribe muy bien”, mientras que Alicia Giménez Bartlett confesó que se considera escritora de larga distancia, no de relato corto y mucho menos de microrelato. Para Angelique Pfitzner, el microrelato no está de moda, “aunque nunca se sabe”. No estará de moda, pero la Biblioteca La Bòbila, de L’Hospitalet de Llobregat, especializada en género negro y policial, convoca anualmente (lleva siete ediciones) un concurso de microrelatos negros, con gran éxito de participación.
Pepe Carvalho y su posible resurrección a manos del escritor Carlos Zanón centró el siguiente debate. Opiniones para todos los gustos, aunque predominó la convicción de que nadie consigue superar al creador de un personaje, tal como sucedió con los intentos de hacer revivir a James Bond, Sherlock Holmes o el mismo Don Quijote. José Vaccaro, arquitecto y escritor, apuntó que la delincuencia en la era de Internet es muy diferente de la que imperaba en el mundo de Carvalho y Mariano Sánchez Soler opinó que con las novelas de Pepe Carvalho, su alter ego, Manuel Vázquez Montalbán pretendió plasmar una crónica de la sociedad de la época, a la vez que una crítica política.
Un último debate nos llevó a La literatura negra de les dues vores del mar a través de la col·lecció La Orilla Negra. José Luís Muñoz (alma mater del proyecto) explicó la gestación y puesta en marcha del proyecto de la Orilla Negra que contó con la colaboración entusiasta de la editora Noelia Riaño. Se trata de una colección de novela negra de Ediciones del Serbal que pretende presentar al lector escritores poco conocidos del otro lado del Atlántico y reivindicar autores nacionales como Fernando Martínez Laínez, que ha visto reeditada su novela Destruyan a Anderson, finalista del Premio Planeta 1982, en esta colección. La Orilla Negra arrancó con una antología de veintiocho relatos (catorce de autores españoles y catorce de latinoamericanos) escritos con infinidad de matices, entre los que encontramos El moro, de José Vaccaro Ruiz; Triste, solo, destructivo, de Mariano Sánchez Soler; Crisantemos, de Angelique Pfitzner; El gatillazo, de Paco Gómez Escribano; Causalidades, de Pablo de Aguilar; Visto y no visto, de Fernando Martínez Laínez y Los pintores muertos, de José Luís Muñoz, entre otros.
Relatos de la Orilla Negra inició la nueva colección de novela negra, que ya ofrece seis títulos más: La sonrisa del caimán, de Dauno Tótoro Taulis; Bala morena, de Marcos Tarre Briceño; Papel picado, de Rolo Diez, Premio Hammett 2004; Cuéntame cosas que no me importe olvidar, de Pablo de Aguilar González; Destruyan a Anderson, de Fernando Martínez Laínez y Mala hierba, del propio José Luís Muñoz. A estos se añadirá la próxima publicación de Ningún lugar, de Rafael Puentes, Premi Internacional de Novel·la La Orilla Negra, otorgado en la clausura de este Primer Festival Black Mountain Bossòst.
¡Un brindis por Black Mountain Bossost, nueva cita imprescindible en el panorama cultural negroliterario! ¡Nos vemos en 2018!
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