La mano invisible no puede ene este caso alargar ala idea, ni que los correctos actores aguanten el interes hasta el final. Ficción y realidad componen una miscelánea laboral de difícil resolucion no ya en la vida real sino en el desarrollo del film. Una nave industrial por quemar todavía, es el gran decorado que presta el mundo real al mundo del cine. Teatro sin publico o imaginario todavia es mas peligroso que con el. La nave sirve para todo? El entorno fisico de estos desheredados del trabajo que han sido un mecánico, una mujer de la limpieza, una telefonista, un mozo de almacén y un informático son reclutados para desempeñar sus labores habituales ante una audiencia que observa desde la oscuridad. Al poner en solfa su trabajo, los protagonistas pierden su concepción de la productividad que marca buena parte de su identidad y quedan aún más desprotegidos ante la explotación laboral. A medida que la presión aumente, la dimensión escénica de sus funciones generará un nuevo foco de conflictividad. Entre el experimento fílmico y la adaptación de una obra literaria, el cortometrajista David Macián dirige su ópera prima en La mano invisible. De este modo, se apoya en la novela homónima de Isaac Rosa para, a través de una sobria puesta en escena, conformar una mordaz parábola sobre el estado del trabajo en la sociedad contemporánea. Filmada a modo de cooperativa y autogestionada, la cinta invita al espectador a reflexionar sobre los motivos que le mueven para trabajar, el objetivo que persigue o la satisfacción que le produce colocándole en un punto intermedio entre los trabajadores que desempeñan sus funciones y el público que les observa desde el sombrío patio de butacas. En el reparto coral del film se encuentran rostros como los de Josean Bengoetxea (Que Dios nos perdone), Marina Salas (Sonata para violonchelo), Alberto Velasco (Kiki, el amor se hace) o Bárbara Santacruz.
jueves, 4 de mayo de 2017
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